La mente genera pensamientos constantemente, por tanto, nos encontramos en un estado de creación permanente, aunque no nos demos cuenta de ello. Nuestro estilo de vida y nuestra forma de ser, están directamente relacionados con el poder creador de nuestro pensamiento.
René Fidelsky observa los efectos del pensamiento a nivel material, emocional, fisiológico y espiritual en su libro El poder creador de la mente. A continuación explicamos algunos de estos efectos.
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a) Efectos materiales del pensamiento
La creatividad del pensamiento es tal, que el ser humano ha inventado la electricidad, los ordenadores, la telefonía, etc. Todo esto, se originó con un pensamiento.
Las obras arquitectónicas, son el resultado de un conjunto de pensamientos que alguien tuvo un día, y que después materializó en unos planos, que más tarde se ejecutaron.
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b) Efectos emocionales del pensamiento
René Fidelsky nos cuenta una historia clásica Hindú, como ejemplo para ilustrar el efecto emocional del pensamiento:
Una noche, después de ver en un documental sobre serpientes en la televisión, me levanto y salgo al jardín a pasear con mi amigo. Caminando, de pronto me doy cuenta, lleno de horror, de que acabo de pisar una cobra enrollada. Me quedo bloqueado, sin respiración, paralizado de miedo. Creo atención. mi acompañante, sorprendido, me demuestra que es una manguera enrollada. El pensamiento “es una cobra”, creó un estado emocional alterado, un miedo a morir. El efecto con respecto a mi reacción fue el mismo, que si hubiera una cobra bajo mis pies. En muchas ocasiones, nuestros estados emocionales son consecuencia de nuestra percepción mental de las situaciones y acontecimientos que suceden en nuestra vida.
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c) Efecto fisiológico del pensamiento
En la actualidad, son ya muchos los médicos que reconocen que ciertas enfermedades son el resultado de actitudes mentales (por ejemplo, la ulcera de éstomago). Un 90% o más, de las enfermedades, tienen un origen psicosomático, es decir, son causadas por factores psicológicos.
Los medicamentos suelen actuar, en muchas ocasiones, mediante el llamado efecto placebo. Por tanto, el poder del pensamiento puede hacer que una persona, en ocasiones, se cure o enferme, o que le suba o le baje la fiebre.
Cuando somos más conscientes de cómo pensamos y sentimos, reconocemos los rasgos más positivos y hermosos de nuestra personalidad, pero también somos conscientes de los hábitos negativos que hemos creado, y que se manifiestan en forma de miedos, prejuicios, adiciones, etc.
El primer paso, y uno de los más importantes para transformar esos rasgos inadecuados de personalidad, es reconocerlos y, a partir de ahí, tomar la firme determinación de modificar esa parte de nuestro comportamiento que nos lleva continuamente al malestar.
Identificar, aceptar, resolver, lo que sea que sea, desde la certeza de que tenemos la capacidad de hacerlo. Reconocer, que la voluntad y la fortaleza, son ingredientes fundamentales de la conciencia y la sabiduría interior que, si lo permitimos, nos guía en todo momento.
Continuemos entonces, jubilosos, realizando el trabajo de vida, que a cada uno le corresponde, en el entendido de que: La existencia no admite representantes, y yo, soy el único o la única, encargad@ de recorrer este camino de luz, desde el Amor, la Conciencia y la Responsabilidad.