Por Reyna Amaya (escrito en 1999, editado en 2015)
Continuando con el interesantísimo tema de los “misterios” del alma femenina, después de algunos añitos de experiencia propia y de ardua investigación, llego a la conclusión de que otro de los deseos profundos y fundamentales que existen en el fondo del alma y del corazón de las mujeres (por supuesto incluyéndome yo misma) es el de ser amada, pero insisto (ver artículo La esencia de la mujer) ser amada como en las canciones, las novelas, las películas y los cuentos de hadas(de éstos no hablé en ocasiones anteriores, aunque sí del asunto de los príncipes y los sapos), ¡Ah! Y en nuestra imaginación.
Sigo haciéndome la misma pregunta, ¿cual es la razón por la que en la vida real no existen hombres capaces de enamorarse como en todos los casos antes mencionados? Y si existen… ¿dónde están? ¿se esconden? ¿son una especie en extinción? ¿son de producción limitada? ¿se ganan en algún concurso? ¿o qué? Las preguntas resultantes de esta incógnita podrían ser interminables.
Si escuchamos simplemente una de las últimas canciones de Luís Miguel o vemos alguna película de Brad Pitt o de cualquiera de los galanes de moda que nos hacen suspirar; en el momento de escuchar la canción o de ver la película, nos convertimos en el objeto de ese amor ilimitado, soñamos que somos la protagonista, adoradas cual diosas maravillosas… ¡eso es una delicia! Pero cuando termina la canción o la película, la cruda realidad nos invade de nuevo y nos sentimos más solas cada vez. Nos sumergimos entonces en nuestras actividades cotidianas y quizás sea de ahí de donde sale toda esa fortaleza y resistencia de la mujer, quizás no sea más que una forma de acallar nuestro grito interior que pide amor, y entonces lo convertimos en energía productiva. Las feministas dirán que estoy como loca, afirmando que en la vida de una mujer lo más importante es el tan mencionado amor y quizás tengan algo de razón, a lo mejor me estoy proyectando y ni siquiera es cierto que el ser amadas sea algo tan importante para las mujeres, ¿ustedes que piensan?, en fin, el caso es que si fuese cierto que hacemos eso con nuestro dolor de no ser amadas, eso demuestra, una vez más, cuan inteligentes somos las féminas, al canalizar una emoción “negativa” y convertirla en una energía positiva.
Pero, claro, no deja de existir el sentimiento ni la emoción y, todo tiene un precio: Resulta que el dolor ahí está, solamente está adormecido y en cualquier momento aparece y se produce lo que yo llamo “un ataque de soledad del corazón”, que se manifiesta como una opresión fuerte en el pecho, una sensación de dolor en el corazón, que de pronto se vuelve hasta física, ganas de llorar todo el tiempo, nostalgia por lo que en ocasiones se tuvo y ya no se tiene (en el mejor de los casos, en el peor es como la gente que conoce el mundo entero… porque lo ha visto en fotografías), el deseo inmenso de ser abrazada, besada, de escuchar palabras de amor, de sentirse idolatrada (¿realmente Agustín Lara amaría así a María Felix?).
En fin, afortunadamente los”ataques de soledad del corazón” van y vienen y yo, en el fondo de mi corazón, donde todavía queda mucho espacio libre, quiero seguir soñando con que ese amor total, apasionado, sin límites y avasallador, tarde o temprano (espero que sea temprano, porque ya tardó mucho) llegará a mi vida y entonces seremos felices, mi príncipe azul (verde, amarillo o anaranjado) y yo, por siempre jamás¿?(…jajajajajajaja)